Las “dinastías” de peluqueros son un patrón en nuestro sector. Padres o madres peluqueros que enseñan el oficio a sus hijos y más tarde comparten el día a día en el salón y el buen nombre de su firma con ellos. Es el caso (aunque, en lugar de con salón, con centro de formación) de Gonzalo Zarauza y Ziorza Zarauza, de Centro Beta. Hablamos con ellos como peluqueros creativos y compañeros de profesión, pero, sobre todo, esta vez, como padre e hija.
Lo reconocemos: hemos copiado la idea de este reportaje… Pero ha sido un plagio interno. La idea original es de la revista Expertos en Estética, otra de las cabeceras de nuestro grupo editorial, donde se publicaron una serie de entrevistas a algunas de las “sagas” más importantes de la estética; es decir, madres e hijas que llevaban juntas sus centros de belleza (como las Carrera, las Yébenes…). No hemos podido evitar hacer lo mismo, preguntarle a las “dinastías” de peluqueros creativos más reconocidos de nuestro país cómo se lleva un negocio cuando todo queda en familia.
Entrevista a Ziortza y Gonzalo Zarauza
Pregunta- ¿Cuándo empezasteis en la peluquería? ¿Cómo recordáis vuestros inicios?
Gonzalo Zarauza- Yo comencé cuando tenía aproximadamente 21 años, trabajando en diferentes salones en Palma de Mallorca. Después me contrató Revlon Professional como asesor técnico y, de ahí a lo que soy hoy en día, solo hay trabajo, mucho trabajo.
Ziortza Zarauza- La verdad es que nunca me había llamado la atención la peluquería. Siempre la había tenido tan cerca que ni había reparado en ella. Al finalizar el COU, le propuse a mi padre hacer un año sabático para decidirme sobre mi futuro. Aceptó, pero a cambio de que estudiara inglés y ocupara el puesto de recepcionista en la escuela. Ahí cambio mi vida y a los meses le dije que quería ser peluquera. Lógicamente estudié en BETA y posteriormente me saqué el título de PF2 – Grado Superior- para poder ejercer como profesora más adelante. Después de trabajar en diferentes salones de peluquería, acabé en el puesto que desempeño en la actualidad.
P.- ¿Trabajáis a menudo juntos? ¿Cómo es trabajar con la familia?
G. Z.- Lo cierto es que todos los proyectos fotográficos tienen algo de cada uno de nosotros, no solo de Ziortza y Gonzalo, también de Álex Azurmendi. Trabajar en familia supongo que tiene de todo. Sobre todo, comprobar que existe esa comunicación no verbal, en la que es suficiente una mirada, un gesto para decirnos muchas cosas. Creemos que la unión hace la fuerza tanto entre la familia como entre compañeros.
P.- ¿Qué diríais que os ha aportado dedicaros a lo mismo?, ¿qué habéis aprendido el uno del otro?
G. Z.– Que Ziortza se dedicara a la peluquería a mí me ha dado nuevas energías para canalizar en ella proyectos que quizá de otra forma no los hubiera llevado a cabo.
Z. Z.- A mí sobre todo me da seguridad, confío en su criterio y eso me permite ver también por sus ojos.
P.- Como peluqueros, ¿en qué pensáis que os parecéis y en qué os diferenciáis?
G. Z.- Esta es la pregunta más fácil de todas porque lo hemos comentado un montón de veces entre nosotros. Yo he hecho de la peluquería mi vida y Ziortza ha hecho de la peluquería su profesión. Son dos maneras de entender nuestro trabajo.
P.- Gonzalo, ¿cómo describirías a Ziortza? Y, Ziortza, ¿cómo describirías a Gonzalo?
G. Z.- “Zior” es una persona muy sociable, es comunicadora nata y deja huella en las personas que la rodean. Para mí, Ziortza es la perfecta docente y una técnica increíble.
Z. Z.- A mi padre le describo como un creativo del cabello, un grandísimo comunicador, un trabajador incansable y una persona muy especial en mi vida.
P.- ¿Qué es lo que más os gusta del trabajo creativo o de la forma de trabajar del otro?
Ambos- En este sentido, nuestra forma de trabajar es muy similar. Una vez que tenemos la inspiración y el concepto claro, nos ponemos con el proceso, teniendo muy en cuenta lo que se ve y lo que no se ve: las estructuras, las fijaciones, etc. Después tenemos que elaborar los elementos propios de esa colección y, por último, el ensamblaje, colocar cada pieza en su sitio y disfrutar del resultado final.
P.- Vuestra colección favorita del otro.
G. Z.- Mi favorita es Goddesses of War, porque representa su estilo más personal: grandioso, impactante y con un mensaje potente. Recuerdo esta colección desfilando por la pasarela de los Premios Fígaro y se me ponen los pelos de punta.
Z. Z.- Esto es muy difícil para mí. Siempre le digo a Gonzalo que todas sus colecciones tienen algunos puntos en común, como son la belleza y la delicadeza de los trabajos. Por decir una favorita, me quedo con Magic Flight.
P.- ¿Algo en lo que no coincidáis y que pueda contarse?
G. Z.- En nuestro caso, la diferencia de edad actúa de forma opuesta a la esperada. Ziortza es más conservadora, más amante de la naturalidad. A mí, por el contrario, y sobre todo en las colecciones de vanguardia, me gustan las formas imposibles y los colores brillantes. En cuanto a la forma de trabajar, Ziortza es mucho más metódica y yo un poco más caótico.
P.- Un momento compartido en el trabajo que recordéis con especial cariño.
G. Z.– ¡Tenemos anécdotas para escribir un libro! Son muchos años de viajar juntos y nos ha pasado de todo. Te voy a contar una que se puede clasificar como tragicomedia. Estábamos contratados para una gala en Guadalajara (México) y con tan mala suerte que el avión llego después de 32 horas. Lo peor de todo es que teníamos pendiente de terminar un tocado para esa gala y había que pegar sobre el cabello ni más ni menos que 150 perlas. Estábamos tan cansados que nos dormíamos, reíamos y llorábamos porque no podíamos mantenernos despiertos. Por fin, Ziortza tuvo una genial idea: el tocado tendría 100 perlas.
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