Todos en este sector pensamos que el cuidado del cabello es mucho más que estética. Es un servicio esencial. La pandemia lo puso en evidencia. Y, sin embargo, para alguien sin recursos económicos, ir a una peluquería es un lujo inconcebible. Tijeras Solidarias es una organización de peluqueros que comparte ese privilegio que es su oficio con quienes no pueden permitírselo.
Hace tiempo publicamos la historia de Haircuts4Homeless, una asociación benéfica que realiza cortes de pelo a personas sin hogar en Inglaterra. Sus anécdotas, sus fotografías, la sencillez del planteamiento (ofrecer lo que sabían hacer –arreglar el cabello– a quienes no podían pagarlo) y la magnitud de su alcance nos resultaron tan abrumadores que pensamos: “¿cómo es que no hay algo así en España?” Y sí que lo había. Así fue como conocimos el proyecto de Tijeras Solidarias.
De Grecia a España
El germen de este proyecto solidario, que actualmente opera sobre todo en Cataluña, fue un viaje a Atenas en 2016, a raíz de la llegada masiva de refugiados que llegaban desde Turquía (procedentes de Siria, Irak o Afganistán) con toda su esperanza puesta en Europa. Todo empezó, más concretamente, con una conversación de Saúl Sancho Soriano, peluquero de Badalona y dueño del salón Saul&Co, con uno de sus clientes, Óscar Campos, fundador de Proactiva Open Arms. “Él había ido allí ese mismo año, y me comentó que había visto a una madre en un campo de refugiados que le estaba afeitando la cabeza a una niña de dos años para que no tuviera piojos. Y pensé que había que hacer algo”, nos cuenta el estilista.
Junto a un amigo –que no era peluquero–, Saúl Sancho cogió un coche con caravana y se fue a Atenas, “a ver qué podíamos hacer”. Después de un día en coche y otro en barco llegaron al puerto de Pireos, donde había un asentamiento con unas 1200 personas: “me puse con una silla debajo de un puente y empecé a arreglarles el pelo. Así de sencillo”. Así de sencillo.
Sancho volvió un mes después de ese primer viaje, esta vez solo. Después, empezaron a sumarse compañeros de profesión, como José Mª Neira, Laura Pagés y Susana Santos, que le han acompañado en los 12 o 14 viajes que han realizado y que hoy son, como él, quienes sostienen este proyecto en España. El motivo del “salto” al territorio nacional fue, claro, el estallido de la pandemia de Covid-19, tras lo cual tuvieron que dejar de viajar. Sin embargo, explica el peluquero, “lo único que ha cambiado es la logística. La forma y la base del fin es la misma. No se puede ir allí, pero eso nos hizo ver que aquí también nos necesitan”.
Tijeras y corazón
Actualmente realizan acciones esporádicas en varios puntos en todo el territorio español, mientras que en otras ciudades como Barcelona, Manresa y Vinaroz tienen encuentros regulares, con fechas fijas cada mes. Las personas que recurren a sus servicios, explica Sancho, “suelen ser personas que están en calle, con ayudas sociales o en situaciones precarias donde no tiene ni para comer, y menos para arreglarse el cabello”.
A nosotros, a los que disponemos del dinero para hacerlo, a veces se nos olvida el valor que tienen este tipo de cuidados. Un corte de pelo, un arreglo de la barba. “Y ya no solo eso –añade Sancho–. También hay mujeres que aprovechan para arreglarse el cabello y poder peinarse, aunque solo sea ese día. Es algo a lo que no pueden acceder habitualmente y te lo agradecen, primero con una sonrisa cuando se miran al espejo, y después mirándote a los ojos para darte las gracias, algo que no dejan de repetir hasta que salen por la puerta del recinto”.
Pero es que, como también decía Stewart Roberts, de Haircuts4Homeless, en estos servicios hay algo más valioso que el saber hacer del peluquero, y es su tiempo, su presencia. “Inconscientemente no solo les arreglamos el pelo, conseguimos transmitirles que estamos por ellos, que son importantes en ese momento, que les escuchamos y que no están tan olvidados como ellos creen”.
Hay que creer en la humanidad, nos dice Sancho. Precisamente ahora, cuando estamos sintiendo la guerra y el conflicto más de cerca, el peluquero mira a su alrededor y, aún así, reafirma su confianza. “Esto es siempre cosa de cuatro de arriba –opina–, abajo hay algo más que dinero”. Y recuerda que lo que vio cuando llegó por primera vez a Grecia fue a gente como él, como nosotros. “Gente que llevaba una vida tranquila en su país y que se encontraba allí de la noche a la mañana sin absolutamente nada; a quienes habían robado su dignidad a base de bombas por intereses económicos y esperando a ver si alguien les daba algo de comer o cualquier ayuda que les hiciera sentir que no estaban olvidados”.
Y una de esas ayudas en las que no pensaba nadie, porque no era dinero, ni comida, ni mantas, pero también hacía mucha falta, él se la podía ofrecer con su oficio. Y también era otra manera de “demostrarles que existían, que importaban, que se preocupaban por ellos”; algo que todos queremos.
Por eso, aunque podría llenar tres libros con anécdotas, lo que de verdad emociona a Saúl Sancho es que otros peluqueros se den cuenta de esto mismo, de hasta qué punto su oficio es más que belleza; y si tiene que elegir un momento especial se queda con cada convocatoria en la que ha visto a compañeros de profesión volcarse inmediatamente para ayudar voluntaria y desinteresadamente. “Si les sale de dentro y quieren colaborar solo tienen que coger las tijeras, el corazón y su profesión, de la que todo peluquero suele decir que está orgulloso, y aportar lo que puedan”.
La logística de Tijeras Solidarias
Como nos decía Saúl Sancho, por el momento, sus acciones de ayuda más regulares son en Barcelona, Manresa y Vinaroz. Realizan sus convocatorias a través de redes (Facebook e Instagram) y en grupos de mensajería que comparten con los compañeros que acuden regularmente o han colaborado en alguna ocasión.
¿De qué espacios suelen disponer para trabajar? “Normalmente nos ponemos en contacto con sitios donde habitualmente les dan de desayunar o cenar; así nos es más fácil trabajar, al tenerlos a todos reunidos juntos”, explica el peluquero de Badalona. La ONG Barcelon Actua o la Fundación Santa Clara, con Sor Lucía Caram a la cabeza, son dos organizaciones con las que colaboran habitualmente, como se puede ver en sus redes sociales.
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