En Coiffure Professionnelle estamos habituados a recibir colecciones creativas de todos los rincones del mundo. En los trabajos que llegan de algunos países, como Reino Unido o Australia, con un fuerte arraigo y una alta profesionalización de la peluquería, es frecuente que el trabajo técnico y creativo en el cabello esté dividido en dos, firmado por dos profesionales diferentes: por un lado, la peluquera o el peluquero que se encarga de los cortes o los estilismos, y por otro lado, la o el colorista.
Suelen estar al mismo nivel, comparten protagonismo, y ocupan el mismo espacio (el que merecen) en los créditos de la colección. De esta observación nace la idea de elaborar este artículo, y preguntar a varias especialistas en color por qué esto no ocurre en España, si podría ocurrir o si es previsible que ocurra, y cómo lo hacemos.
El peluquero todoterreno
Laura Salvador, reconocida colorista freelance y formadora (@lulu_cest_moi en Instagram) nos confiesa que, precisamente, este es un tema del que hablaba con un compañero de profesión recientemente, por lo que agradecía que lo sacásemos a colación: “Gracias por hacerme esta pregunta y permitirse exponer mi opinión en un medio tan importante especializado en peluquería, donde la difusión es mucho mayor y el mensaje es directo a todos los compañeros del sector”. Y lo lanza: “Me encanta ver esas propuestas en equipo, donde un estilista y un colorista tienen fluidez y sinergia en un mismo trabajo”.

“Tengo la suerte de poder pertenecer a los equipos creativos de Corta Cabeza Peluqueros y The Hair MBA, donde la figura del experto colorista se pone en práctica, y esto me motiva mucho. Aun así, dentro del salón, esa figura no está muy extendida”, concuerda.
Aunque no tiene la certeza de los motivos, baraja varias posibilidades: desde el empresario que piensa que esto será más difícil de organizar en el salón (y más caro), a los equipos o incluso los propios estilistas, que prefieren tocar todas las ramas o, directamente, no creen en este concepto. “La peluquería española es un referente mundial con grandísimos peluqueros a los que admiro muchísimo, pero a nivel salón hace mucho tiempo que se trabaja con el mismo formato. Sé que se está reinventando, pero en este tema, nos cuesta más”, lamenta.
Sita Zoroa (@miss_sita_zoroa), que también se presenta como “professional colourist”, está de acuerdo en que en nuestro país esta figura no ha cuajado todavía, aunque desafíe una tendencia por la que se están rigiendo todos los sectores empresariales, desde la medicina a la abogacía: la de la especialización. “En España, en general, se tiene la idea de que el profesional debe conocer a la máxima perfección todos los palos y servicios: color, corte, rizos, transiciones… y no: especializarse en una sola vía cambia la percepción del peluquero ‘de batalla’ a profesional de autor. Y así, además, el trabajo queda más repartido”.

El fututo de la profesión
Para Alazne Montero (@alaznemontero), colorista, educadora y propietaria de PunkRose Salon, en Bizkaia, la especialización no solo es deseable, sino también viable a nivel profesional y económico. Su respuesta a si se puede vivir de ser colorista es contundente: “¡Claro! Especializarse como colorista ofrece una serie de posibilidades económicas que pueden hacer de esta una opción muy rentable. Sin duda, la demanda del color está en constante crecimiento, se ha convertido en una necesidad básica de nuestros clientes. Desde la cobertura de canas hasta iluminar nuestro color natural u optar por coloraciones creativas, la demanda de los servicios de color está en auge”, opina. Además, los servicios de color son los más largos y complejos, se utilizan más productos…
Por eso, afirma: «Podemos convertir nuestro servicio de color en un servicio premium. Sin duda, los clientes están dispuestos a pagar más por un colorista especializado que garantice resultados de alta calidad y personalizados”. La figura del colorista, no obstante, no es algo nuevo. Tener a un especialista en el color era algo que ya hacían, por mencionar solo un ejemplo que se nos viene a la cabeza, en la peluquería de los Hermanos Blanco de Madrid, y hablamos de los años 80. Eso sí: era un salón importante, bien situado, “grande”.
Y parece que ese sigue siendo el requisito. Para Montero, también en la actualidad es más fácil apostar por esta opción y tener en plantilla profesionales especializados si se trata de un gran salón; no obstante, opina, “hay formas de adaptar la especialización a un salón pequeño”. Otra opción que parece funcionar mejor para los profesionales que quieran explorar esta faceta, al menos para Laura Salvador, es la de trabajar como colorista freelance: “tú mismo pones el precio y el cliente elige si quiere tu servicio o no”, aclara; aunque reconoce que a día de hoy es difícil mantenerse estable de esta manera.

Colorista, ¿de qué?
A pesar de que la figura del colorista aún no está tan extendida o normalizada, lo que las tres profesionales tienen
claro es que este es el camino a seguir. Que llegará. “Sin duda, esto no es una cuestión de modas. Tal y como yo lo veo, la especialización es el futuro de nuestro sector”, afirma Alazne Montero.
De hecho, esta profesional no habla ya de formarse en color, sino de elegir una especialización dentro de esta especialización. “Ser colorista es un término muy amplio. Para poder conectar mejor con nuestro cliente objetivo debemos descubrir qué tipo de colorista queremos ser: colorista creativo, especializado en rubios, en transformaciones globales…”, explica. Esta elección no tiene que verse como algo limitante y exclusivo, desde luego, sino como una oportunidad para desarrollar una marca personal y destacarnos en el mercado. “Al especializarte en ciertas técnicas o en un nicho específico, como el color natural o los tonos fantasía, puedes traer a un público objetivo que valore tu expertise”, concreta la experta de PunkRose Salon.

Ya sea para los rubios y las balayage, para hacer dibujos a mano alzada o para los colores fantasía para lo que tengas buena mano (o buen ojo), hay varios factores que podríamos decir que comparte todo buen colorista: creatividad, visión artística, capacidad para entender y diagnosticar el tipo de cabello, el cuero cabelludo y las particularidades de cada cliente, un completo control de la colorimetría para hacer cambios en el cabello (y ejecutar soluciones rápidamente) sin dañarlo… Y, sobre todo, y en lo que coinciden las expertas: una correcta y extensa formación.
“Para ser un buen colorista, la base es la formación. No solo en colorimetría y diferentes técnicas de color, también en química capilar, teoría del color, visagismo… Y es que no solo aplicamos color; transformamos la imagen de nuestro cliente mediante el color”, sostiene Alazne Montero. Ella apuesta por la calidad por encima de la cantidad, pero teniendo en cuenta que las formaciones ayudan a ver las cosas desde otra perspectiva, y fomentan la creatividad, opina que un colorista debería seguir formándose durante toda su carrera.
“Para ser un buen colorista, bajo mi criterio (que no es el único, ¡menos mal!) –responde, por su parte, Laura Salvador– se necesita una pizca de ganas, otra pizca de implicación y mucha pasión. Formarse sin parar, conocer el producto, compartir con otros compañeros, saber escuchar y ser humilde son parte de la clave. Observar y preguntar, provocar y experimentar, porque no todo es teoría, claramente: hay que cometer errores para seguir avanzando y aprender”.
Sita Zoroa también insiste en la importancia de probar y equivocarse. “En mi caso, ¡he practicado hasta en sueños! Ja, ja, ja. Caer en el error a propósito es saber que también vas a aprender de esa solución. Buscar técnicas, facilidades, conocer el producto a la perfección, así como las tendencias, es primordial para un colorista como yo”.
En su caso, además, añade que formar a otros profesionales le ha permitido crecer, pues le ha obligado a tener “una respuesta lógica, experimentada y de uso diario” para sus alumnos. Algo que perfectamente puede aplicarse, en mayor o menor medida, al trabajo que cualquier estilista realiza en su día a día con aprendices, miembros del equipo, clientes o seguidores de redes sociales.
Tirar de proveedores
Hablando de formación, las marcas comerciales ocupan (o pueden ocupar) un espacio relevante. “Un profesional vive de sus manos y de su capacidad de crear en el cabello aquello que se desee, pero, obviamente, sin las herramientas adecuadas, es imposible. Así pues, la marca debe ser elegida por el profesional según su estilo y sus necesidades: deben hacer un equipo y combo perfecto. Por otro lado, si el profesional abandera bien la marca, la vive y sabe conseguir cualquier resultado con su portafolio, las marcas saben aprovechar esa combinación para visibilizar el trabajo de ese profesional, y eso ayuda siempre a crecer”, describe Zoroa.
En resumen: hay que aprovecharse de los recursos que ofrecen las casas comerciales, probar sus productos, experimentar con ellos, practicar con ellos, de cara a establecer relaciones o colaboraciones en las que ambas partes saldréis ganando. Apuntarse a las formaciones, presenciales y virtuales, que promueven las marcas, y acudir a los eventos y congresos organizados por ellas es una manera de aprender, de inspirarse, y de crear redes con otros compañeros.
Alazne Montero, en su defensa de una formación continua y de calidad (tanto en España como en el extranjero, anima) también alude a los colegas: “Hoy en día tenemos acceso a un montón
de inspiración, ya sea en redes sociales, medios digitales, eventos del sector… Es muy fácil conectar y encontrar profesionales de los que nos gustaría aprender. Encontrar esos referentes y formarnos para crear nuestra personalidad como colorista es clave”. Dicho de otra manera, esta vez por Sita Zoroa, “compartir en estos días de lucha en el sector es fundamental para progresar”.
Los colores de las expertas
Pedimos a Sita Zoroa, Alazne Montero y Laura Salvador que nos den algunos ‘tips’ como expertas en coloración, que nos cuenten lo más valioso que han aprendido durante su carrera como coloristas. Esperamos que os sirvan

Sita Zoroa: “Mi frase por excelencia es: ‘Nunca des nada por hecho’. Cuando crees que lo sabes todo, cuando crees que está todo inventado, cuando crees que ya tienes suficiente…
Siempre vendrá una nueva lección y verás que no podías dar por hecho aquello que creías que estaba en la parte más ágil de tu carrera”.

Alazne Montero: “Lo más valioso que he aprendido como colorista es que no existe un color bonito sin un cabello sano. Sé que parece obvio, pero realmente es la base para cualquier trabajo de color. Como colorista y formadora, me encuentro profesionales que siguen anteponiendo el deseo de la clienta a conseguir un color X a preservar la integridad del cabello. Por eso, y antes de llevar a cabo cualquier trabajo de color, es fundamental realizar una mecha test, y en caso de ser necesario, tratar el cabello hasta que esté en condiciones. Eso, y asumir que hay ciertos trabajos de color que son imposibles de conseguir en determinados cabellos”.

Laura Salvador: “Si me puedo permitir hacer algún comentario a todos mis compañeros y futuros coloristas… Es que siempre crean en ellos mismos. Es su estilo personal el que los hace únicos. Y, sobre todo, que sean humildes y que nunca dejen de compartir, aprender y disfrutar de este, nuestro infinito mundo del color”.









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