Elegir un corte de pelo no es una decisión menor. No solo define nuestra imagen externa, sino que también influye en cómo nos perciben los demás y, sobre todo, en cómo nos sentimos con nosotros mismos. Sin embargo, muchas veces se busca inspiración en tendencias de redes sociales o en el look de una celebridad sin tener en cuenta que lo que funciona en un rostro puede no hacerlo en otro. La clave está en una disciplina con décadas de historia: el visagismo.
Lejos de ser un concepto nuevo, el visagismo está recuperando protagonismo en la peluquería actual, precisamente porque responde a una demanda clara: resultados personalizados que respeten y potencien la identidad de cada persona.
Visagismo y peluquería
El término visagismo proviene del francés visage (rostro) y fue acuñado por Fernand Aubry, un artista y peluquero que defendía la idea de que “no existe mujer sin belleza, solo bellezas que aún no han sido reveladas”.
¿Qué es el visagismo?
Para Suelen Fonseca, estilista especializada, el visagismo “es un arte que combina distintas técnicas para realzar la belleza del rostro a través de todo lo que lo circunda: el cabello, los accesorios, el maquillaje, las gafas o incluso el diseño de las cejas”. En otras palabras, no se trata de cambiar a la persona, sino de resaltar lo que ya tiene, de revelar su mejor versión.
Fonseca explica que el rostro es mucho más que un conjunto de rasgos: es identidad, comunicación y expresión. “En él se reflejan nuestras huellas genéticas, pero también las marcas de la experiencia vivida. Es el medio a través del cual nos relacionamos con el mundo y donde se concentran nuestros cinco sentidos”, señala. Por eso, cualquier variación en el cabello o los elementos que lo rodean puede tener un impacto profundo, no solo estético, sino también emocional.
¿Cómo funciona el visagismo en peluquería?
El objetivo del visagismo es armonizar el rostro con el cabello, adaptando el corte, el peinado y el color a cada persona. Según Miguel García, fundador del salón La Niña Bonita, “la forma del rostro determina el equilibrio visual y estético, y a través del visagismo seleccionamos el corte adecuado, la distribución del volumen capilar y las direcciones del cabello al peinarlo”.
Este trabajo se traduce en usar el cabello como una herramienta de corrección: añadir volumen donde falta, suavizar líneas duras, resaltar puntos fuertes. “Podemos corregir, equilibrar o resaltar rasgos faciales, creando una imagen más personalizada”, añade García.
Tipos de rostro y cortes recomendados
Uno de los pilares del visagismo clásico es identificar el tipo de rostro. Aunque en la práctica, como recuerda Suelen Fonseca, las personas no llegan a la peluquería pensando en términos geométricos, esta clasificación ayuda a orientar decisiones.
- Rostro ovalado: considerado el más equilibrado, admite prácticamente cualquier estilo. Desde melenas XL hasta cortes pixie, pasando por capas o flequillos.
- Rostro redondo: conviene estilizar con capas largas, volumen en la parte superior y flequillos laterales. Se desaconsejan cortes rectos a la altura de la mandíbula.
- Rostro cuadrado: para suavizar la mandíbula, funcionan bien las ondas suaves, capas degradadas y flequillos ladeados.
- Rostro alargado: es mejor aportar volúmenes laterales y flequillos rectos. Las medias melenas son más favorecedoras que las melenas muy largas.
- Rostro corazón: interesa compensar el volumen, evitando que se concentre arriba y potenciando la zona inferior con un bob a la barbilla o capas bajas.
- Rostro diamante: lo ideal es suavizar los pómulos prominentes y equilibrar frente y barbilla con medias melenas o flequillo.
No solo influye la forma del rostro
Ahora bien, el visagismo actual no se limita a encasillar rostros en estas categorías. Como señala Fonseca, “lo que realmente preocupa a los clientes son los rasgos faciales, la proporción entre ellos, la tonicidad muscular, el volumen facial, la estructura ósea o la textura y color de la piel”.
En sus diagnósticos, además de la forma general, analiza la frente, las cejas, los ojos, la nariz, la boca, el mentón y el cuello. También considera la relación entre estos elementos y los volúmenes faciales. La clave está en la lectura integrada de todos los rasgos, no en la suma aislada de cada parte.
El visagismo no puede olvidarse de algo fundamental: el tipo de cabello. Un mismo corte no se comporta igual en un pelo fino que en uno grueso, ni en uno liso que en uno rizado. Por eso, explica García, “el corte debe ser compatible con la textura y con los hábitos del cliente. No es lo mismo alguien que busca un look práctico, de bajo mantenimiento, que alguien que tiene tiempo para dedicar a su peinado”.
Los accesorios también cuentan. Las gafas pueden acortar o alargar la percepción de la frente, la barba modifica la proporción del rostro, y los pendientes dirigen la atención hacia la mandíbula o el cuello. Todo suma en la construcción del “total look”.
Enmarcar el rostro: la importancia del “marco estético”
El cabello no solo es un complemento, sino el marco que rodea el rostro. Por eso, Miguel García recalca que “enmarcar un rostro significa utilizar el cabello para resaltar líneas o suavizar otras, creando un marco estético que busca la armonía facial”.
El resultado es doblemente positivo: por un lado, se corrigen proporciones y se suavizan durezas; por otro, se potencia lo mejor de cada persona, aportando carácter y personalidad.
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El error de seguir modas sin personalización
Uno de los fallos más habituales es pedir un corte solo porque es tendencia. Fonseca lo tiene claro: “un corte no es solo moda: modifica la forma en que los rasgos se relacionan entre sí. Si no se adapta a tu fisonomía, puede resaltar aspectos no deseados y generar un efecto contrario al esperado”.
La solución está en la personalización. Identificar qué nos gusta de un peinado de moda —si es la textura, el volumen, los accesorios o las líneas— y reinterpretarlo en función de nuestras proporciones. Así, se conserva la esencia de la tendencia, pero adaptada a cada individuo.
Visagismo y autoestima: más que estética
El impacto del visagismo va más allá de lo visual. Según Fonseca, la asesoría de imagen influye directamente en la autoestima, especialmente en la autoimagen. “Cuando lo que ves en el espejo te agrada, tu autoimagen mejora y con ella uno de los pilares de la autoestima”, afirma.
Para la estilista, la imagen es una herramienta de expresión y de confianza personal. De hecho, recuerda que estudios recientes han demostrado cómo incluso la ropa que llevamos puede modificar nuestra percepción de nosotros mismos y nuestros procesos cognitivos. El cabello, con su poder simbólico y estético, juega un papel aún mayor en esa ecuación.
Preguntas frecuentes sobre visagismo
¿El visagismo es solo para mujeres?
No. También se aplica a hombres, donde entran en juego elementos como la barba, el bigote o el diseño de las patillas.
¿Es lo mismo que analizar la forma del rostro?
No. La forma es un punto de partida, pero el visagismo integra rasgos, volúmenes, proporciones e incluso el estilo de vida.
¿Cada cuánto conviene revisar un análisis visagista?
Siempre que se busque un cambio de look importante, o cuando cambian factores como el estilo de vida, el color de piel o el uso habitual de accesorios.
¿Qué pasa si me corto el pelo siguiendo una moda?
El riesgo es que no se adapte a tus proporciones y el resultado resalte aspectos que no querías destacar. Lo recomendable es reinterpretar la tendencia.
¿Por qué se habla de autoestima en relación al visagismo?
Porque un look que refleja tu identidad y te favorece mejora la percepción que tienes de ti mismo, y con ello tu seguridad y confianza.









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