En detalle: Psicodermotricología en tiempos de crisis

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Quedarnos en casa durante mucho tiempo –como estamos obligados a hacer ahora, a causa de la situación sanitaria mundial– acarrea ciertas consecuencias para nuestra salud, especialmente para nuestra salud mental. No obstante, esos desequilibrios físicos y mentales pueden desencadenar o agravar ciertas patologías en el cabello. 

Por Cristina Guerisoli (Lda en Psicología y Dª RRHH Laboratorios Kapyderm) y Paloma García (LDA en Farmacia y Dª técnica Laboratorios Kapyderm)

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Los científicos afirman que pasar mucho tiempo en casa puede causar insomnio y ansiedad. Además, se pueden contraer enfermedades por la falta de luz solar. Asimismo, o mejor dicho, en consecuencia de lo anterior, quedarnos encerrados en casa durante un tiempo puede causar una serie de desventajas sobre nuestro pelo. Entre las que más destacan, están:

  • Falta de vitamina D. Muy pocos alimentos tienen vitamina D, procediendo casi en su totalidad de la luz del sol. La carencia de esta vitamina puede alterar el buen funcionamiento del sistema inmunológico.
  • Alteración del ritmo circadiano o reloj biológico. Este ayuda a controlar el apetito, el sueño y la energía. Una larga estancia en casa puede hacernos sentir cansados o desorientados o incitarnos a comer más de la cuenta. Las alteraciones del sueño provocan que nuestro pelo pierda fuerza y vitalidad y pueden provocar que finalmente se caiga debido a que el ritmo de crecimiento máximo del pelo es por la noche, entre las 2 y las 5 de la madrugada. Cuando nuestros horarios cambian y se interrumpen los ciclos normales de crecimiento del cabello, este pierde vitalidad y fuerza, y nuestra cabellera lo nota enseguida. Además, la fase anágena o de crecimiento acaba por acortarse y la caída del pelo se acelera.
  • Alteraciones en el metabolismo. Por ejemplo, pueden exacerbarse enfermedades como la diabetes. Una persona recluida en casa con diabetes, sin poder hacer ejercicio, puede ver cómo sus índices glucémicos se descompensan, y sabemos que esta enfermedad provoca pérdida de pelo. Esta pérdida se debe sobre todo a que las personas diabéticas tienen, por un lado, un sistema inmunológico deficitario. El sistema inmune está relacionado con el ciclo folicular a través de los linfocitos Treg y de los macrófagos, que interactúan con las células madre de los folículos pilosos, permitiendo un crecimiento sano y regulado de nuestro pelo.

Por otro lado, para que las células del folículo piloso, que tienen un alto ritmo de división celular y, por tanto, unos requerimientos energéticos altos, puedan estar correctamente nutridas y oxigenadas y pueda generarse un pelo sano, sabemos que es imprescindible tener una buena circulación sanguínea; sin embargo, las personas diabéticas la tienen alterada.

  • Falta de socialización. Esta nos puede llevar a padecer depresión, ansiedad o trastornos psicológicos importantes.

Patologías que aparecen o se agravan

Por los motivos anteriores, estar sometido a un elevado nivel tensional puede hacer que la melena se vuelva más frágil, se rompa y se caiga. Durante episodios de estrés se libera cortisol en nuestro torrente sanguíneo. Una concentración elevada de esta hormona en nuestro organismo altera el buen funcionamiento de nuestro cuerpo y produce un deterioro de las células, principalmente en aquellas que tienen un ritmo de división rápido y unos requerimientos energéticos elevados, como son las del folículo piloso. Todo esto afecta al pelo de tres maneras diferentes:

  • Efluvio telogénico. En el efluvio telogénico, un estrés significativo empuja grandes cantidades de folículos de cabello a una fase de descanso o telógena, los ciclos se sincronizan y unos 2-3 meses después, el cabello cae de forma masiva.
  • Tricotilomanía. La tricotilomanía es un impulso irresistible de arrancarse el pelo del cuero cabelludo, las cejas u otras áreas del cuerpo. Arrancarse el cabello puede ser una forma de afrontar sensaciones negativas o desagradables, como el estrés, la tensión, la soledad, el aburrimiento o la frustración.
  • Alopecia areata. En esta patología, el sistema inmunitario ataca los folículos capilares, lo que causa la pérdida del cabello. Se piensa que hay una variedad de factores que provocan este efecto y causan la enfermedad, y uno de ellos es el estrés grave. Diversos estudios han relacionado la comorbilidad de la alopecia areata con los trastornos psicológicos, encontrándose que un 66% de las personas con alopecia areata presentaban un cuadro psicológico importante.

La psicología en el estudio del cabello

En dermotricología tenemos una subespecialidad que es la psicodermotricología, incorporada para dar un enfoque integral a las afecciones dermocapilares y realizar una mirada a todos los aspectos que afectan a una buena salud de nuestro cuero cabelludo y cabello, y así, mejorar nuestra calidad de vida.

Esta situación del Covid-19 nos ha llevado a realizar cambios en nuestros hábitos personales, sociales y económicos en un espacio de tiempo tan breve que nos ha forzado a salir de nuestra zona de confort. La psicodermotricología ayuda al profesional a dar una respuesta muy personalizada a sus clientes, obteniendo información que mejora la valoración dermotricológica y permite hacer pronósticos más acertados de las afecciones capilares.

En una situación de crisis como la que estamos viviendo, indagar sobre cómo encajan emocionalmente los clientes el aislamiento obligado nos permite comprender cómo pueden afectar las emociones negativas a su sistema inmunológico. Además, indudablemente, una situación nueva e inesperada produce más tensión de lo habitual: sube el nivel de estrés, aparecen la angustia y la ansiedad y esto agrava los cuadros de afecciones capilares.

Por último, una buena formación en psicodermotricología, además de enseñar a valorar los niveles de alteración emocional que puede tener nuestro cliente, y cómo incide en su afección capilar, permite al profesional aprender una forma diferente de comunicación que aumenta el éxito en la aplicación de las terapias dermotricológicas.