Sobre el folículo piloso y cabello

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PRINCIPALES ANOMALÍAS DEL TALLO

Los folículos pilosos son la región invaginada e inclinada a unos 45º de la dermis en la que se generan y se insertan los pelos y otras estructuras dérmicas. El pelo de la zona del cuero cabelludo se denomina “cabello”, mientras que se le llama “vello” o simplemente “pelo” al del resto del cuerpo.

Por Paloma García Mediero
Licenciada en Farmacia
Formadora de tratamientos capilares estéticos
Técnica de Laboratorios Kapyderm


Toda la piel de nuestro cuerpo está cubierta de pelo a excepción de la zona de las palmas de las manos, las plantas de los pies, la falange distal de
los dedos, pezones, mucosas y el ombligo. Debido al crecimiento continuo del pelo, los folículos pilosos son una de las aéreas celulares más activas de todos los organismos. El número de folículos pilosos en la cabeza de los humanos al nacer es de unos 150.000 (1.100 cm3) y van decreciendo con la edad hasta poco más de 600 cm3 a los 30 años de vida. Los folículos pilosos se forman durante la gestación y el individuo adulto no puede generar nuevos, por lo que debemos tomar conciencia de lo importante que es cuidar el cabello, ya que este forma parte de la imagen, identidad y origen étnico de cada persona.

El crecimiento del cabello es un proceso complicado y lento, ya que tarda aproximadamente tres meses en salir hasta la superficie cutánea, y pasa por tres fases: la de crecimiento o anágeno (anagen, en inglés), la más larga, que suele durar unos cinco años, tras la cual el cabello deja de recibir oxígeno y nutrientes; la fase catágeno, etapa de transición muy corta, de aproximadamente dos semanas de duración, en la que el cabello termina de queratinizarse para pasar a la siguiente etapa; fase telógeno o de caída, en la que el cabello está completamente queratinizado y asciende por el folículo hasta que cae.

El cabello tarda tres meses aproximadamente desde que entra en su período telógeno hasta que se desprende del folículo y por ello, en las evaluaciones dermotricológicas, debemos averiguar la causa de la caída en sucesos que hayan pasado, por lo menos, en los tres meses anteriores. Es importante tener en cuenta que diariamente perdemos entre 60 y 90 cabellos, que se regeneran normalmente si no existe algún factor que lo impida, y que esto no significa que exista ningún tipo de caída o proceso alopécico.

En ocasiones existen factores que impiden que la queratinización, formación y crecimiento del cabello sean los correctos. Cuando estos factores afectan al crecimiento del cabello y sus fases, se originan las tan temidas alopecias – a las que destinaremos un artículo independiente para conocerlas mejor–, pero a veces existen otros factores que afectan a la fibra capilar, alterando sus propiedades y generando las anomalías del tallo, que suelen representar un problema estético para nuestros clientes.

Muchas de estas alteraciones sobrepasan el ámbito del profesional de la peluquería, lo que no impide que este pueda estar formado al respecto para asesorar a su cliente de la naturaleza del problema que padece.

Las alteraciones del cabello, por tanto, son aquellas que afectan al tallo capilar y en la que una o varias propiedades del cabello se ven afectadas. Se pueden clasificar en alteraciones estructurales, cuando la calidad de la queratina del cabello está alterada, o cromáticas, en las que los pigmentos
del cabello se modifican o pierden. En ambos casos estas alteraciones pueden ser congénitas (se nace con ellas) o adquiridas a lo largo de la vida.

– Las alteraciones estructurales congénitas no desaparecen con remedios estéticos, pero sí se pueden tratar para mejorar el estado del cabello. Entre las anomalías del tallo congénitas más frecuentes tenemos: moniletrix (el tallo capilar presenta un aspecto arrosariado), pili torti (cabellos retorcidos sobre su eje), el síndrome del cabello impeinable, etc.

– Las alteraciones estructurales adquiridas aparecen a lo largo de la vida de una persona y pueden ser debidas a factores internos, como deficiencias nutricionales, endocrinos, etc. Respecto a los factores externos, la alteración más común se debe a la exposición a agentes químicos medioambientales, como el cloro de las piscinas, la contaminación, alisados, tintes, etc. Todas ellas provocan daños estructurales en la cutícula y corteza del cabello, perdiendo éste sus propiedades y volviéndose poroso, frágil y sin brillo.

– Entre las alteraciones cromáticas congénitas destacan el pelo heterocrómico (distinta coloración según la zona del cuero cabelludo) o el piebaldismo (mechones de pelo blanco).

– Las alteraciones cromáticas adquiridas son variaciones de color inducidas por sustancias químicas, asociadas a enfermedades y deficiencias nutritivas, o por encanecimiento.

Desde la dermotricología se estudia y se proponen planes de salud personalizados para cada anomalía; si estas son congénitas, se mejora el resultado estético del cabello, y en cuanto a las adquiridas, se previenen protegiendo al cabello de las agresiones medioambientales, se reestructura la fibra
capilar y se proponen terapias personalizadas para cada caso, por lo que la dermotricología es el camino adecuado en la prevención o tratamiento de estas anomalías estructurales de cabello.