Qué veremos por ahí y qué llegarán a pedir las clientas. Qué seguirán arrastrando de otros años y qué desaparecerá, por fin, para dar paso a algo totalmente diferente (al menos, durante un tiempo). Le pedimos a Luciano Cañete, cofundador de los centros Corta Cabeza, que haga un análisis del panorama de 2023: ¿qué será tendencia y qué pasará a la historia?
Por Luciano Cañete
Cofundador y codirector de los salones Corta Cabeza,
con siete peluquerías en Madrid
Aventurarse a predecir tendencias podría decirse que es una lotería. Pero, puestos a pronosticar, siempre me guío por varios factores, como lo que veo en la calle, en el cine, a los famosos e influencers y, cómo no, también por lo que hacen muchos de mis colegas más creativos de profesión.
Soplidos de inspiración
Sentarte en un banco en la Gran Vía, en Poble Nou, en Central Park o en cualquier aeropuerto internacional te va a dar material de sobra para saber qué es lo que tienes o no tienes que hacer en el pelo de tus clientes la temporada que viene. Nosotros, además, tenemos la suerte de que nuestros salones están situados en diferentes zonas de la ciudad y cada uno de ellos destaca por el estilo y la demanda de los clientes locales. Con esto quiero decir que las fuentes que nos inspiran en Corta Cabeza son tan diversas como personas pueda haber.
Otro factor que nos ayuda a ver por dónde pueden venir los tiros es la influencia de las personas famosas. De repente, un día, alguien muy conocido se hace un look y, fuera de todo pronóstico, es un éxito y se pone de moda de una forma inexplicable. Eso me encanta: que no se pierda la capacidad de sorpresa y la espontaneidad.
Tanto la historia del pasado como el momento presente son grandes marcadores de tendencia, pero las ganas que tenga la gente de evolucionar son las que hacen que esos cambios se den más o menos rápido. También hemos aprendido a leer los mensajes que nos manda el entorno, y, si leemos entre líneas, o entre pelos, nos daremos cuenta de que, cuando un look se ve mucho en la calle, cuando te lo piden mucho en el salón o lo llevas haciendo durante un tiempo, probablemente no solo deje de ser tendencia, sino que ya se esté pasando de moda. Me encanta recurrir a la conocida frase de “La moda empieza a dejar de ser moda cuando se pone de moda”.
Por otro lado, las pasarelas, que tanto pensamos que nos inspiran, no siempre lo hacen. A veces, el criterio del cabello en una colección es puramente un complemento, y aún siendo un elemento muy importante, no tiene por qué ser lo que se vaya a llevar en un futuro próximo. Eso sí, con esto no quiero decir que en ocasiones los looks que vemos en los desfiles no puedan ser premonitorios de algo que vayamos a lucir.
En una sociedad vertiginosamente rápida y envolvente, donde la información cruza el planeta en cuestión de segundos, la inspiración para hacer pelo aparece de forma instantánea y constante: tanto de la naturaleza como de la música, tanto en la arquitectura como en las artes audiovisuales. El momento en el que la inspiración te da un soplido es ¡ya!
Y, después de esta introducción teórica, vayamos “al turrón”.
Adiós a lo messy
Mullet, shag, wolfcut, estética punk… Aunque los seguiremos viendo, no creo que sea lo que impere este año. El motivo principal es que llevamos cinco o seis años haciéndolos, y nos los encontramos hasta en la sopa. Los cortes que se avecinan son más limpios, con formas rectas. Por ejemplo, el bob cortado con escuadra y cartabón reaparece.
Por otro lado, es normal, y siempre ha ocurrido, que después de una época de melenas hiperlargas, con balayages de raíces profundas, estas pasen a la historia. Llevamos tiempo notando cómo nuestros clientes quieren colores más compactos, brillantes de raíz a puntas. Aplicamos casi todos los colores de la carta, pero el Pantone marca la intensidad de los mismos.
Por supuesto que siempre se llevarán las melenas, igual que los cabellos cortos y medios. No solo es la medida lo que crea tendencia, sino la forma en la que se corta, el color que se le aplica y la textura del acabado. Volvemos a los cabellos lisos, a los volúmenes y, en cuanto a cabellos ondulados, se lleva el rizo natural, bien nutrido, definido con técnicas y productos que hacen de estas cabelleras un auténtico espectáculo (en esto, por cierto, Amparo Carratalá es una genia; os recomiendo que sigáis su cuenta, porque sus trabajos de cabello rizado son extraordinarios).
Hola, flequis
Flequillos, bangs, capul, fringe… Da igual cómo los llames: son los reyes de mambo para esta temporada. Todos ellos. Para chicos y para chicas. Cortos rectos, cortos mordidos, tupidos y marcados, ligeros y abiertos, largos y densos… Y es que ya se sabe que son una forma de cambiar sin tener que sacrificar el resto del cabello. Es una muestra de carácter en estado puro. Y si no, que se lo pregunten a Blanca Suárez, que ha hecho furor en su última campaña. O a Dakota Johnson; que, aunque algo tarde, ha abierto su flequillo al mundo.
Siguiendo con las famosas que marcan tendencia, Miley Cyrus, con su nuevo look rizado bicolor, ha hecho que muchos saquemos de nuestros laboratorios todo el material para hacer permanentes. Es decir, se acercan los cabellos con volúmenes exagerados, para ellos, ellas y elles.
En cabellos lisos, los acabados perlados ultramegabrillantes, también conocidos como cabello líquido, por parecer agua en movimiento, obligan a que los tratamientos de alisado sean cada vez más respetuosos con el cabello y con la salud de quienes los realizamos. Además, combinados con las canas incipientes en la zona superior de la cabeza, nos han demostrado que hasta una reina puede ir elegante con unas canas de más.
Futuro genderless
La desaparición del género es cada día más notoria. Pero no solo en el cabello. Hace unos días entré en una conocida tienda de ropa del centro de Madrid porque me impactó el gusto con el que el interiorista la remató, y en un momento dado no sabía si estaba en la sección de ropa femenina o masculina. La información que recibía no me lo aclaraba. Fue un instante de absoluta sensación de libertad, de felicidad.
Por un momento vi un futuro próximo donde por fin desaparecerían las clasificaciones por género, donde no habría planta de hombre o de mujer, donde los aseos serían mixtos, donde todos y nosotros equiparíamos indistintamente con faldas, pamelas, trajes, vaqueros, pantalones, tacones, zapatillas, pelos largos, cortos, de colores o no… Un futuro donde el buen gusto no se vería cuestionado por las costumbres y las modas encorsetadas inherentes al género. Donde la gente tuviera bebés en vez de niñas o niños. Quizás una realidad utópica que, probablemente, esté más cerca de lo que pensamos. Al menos, eso quiero creer.
Por último, el cuidado, la salud, la sostenibilidad del medioambiente, la naturalidad, la luz, la forma, el color, este año, más que nunca, serán lo que dictamine las tendencias más innovadoras. Y, por supuesto, la calidad del trabajo bien hecho por los profesionales, en colaboración con la gente de a pie.
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