El enigmático equipo de Experimento No Name fue uno de los invitados en la 7ª edición de Effervescene, de Mikel Luzea. Apoyándonos en las impresionantes imágenes que se tomaron allí, pedimos a los “sujetos” del experimento que nos cuenten qué estaban haciendo. El resultado es algo más que un paso a paso técnico: es un acercamiento a su manera –divertida, irónica o incluso vacilona– de entender la peluquería.
Si les has visto en acción, sabrás de lo que hablamos. Y, si no, para eso estamos nosotros. Para empezar: las apariciones de Experimento No Name están pensadas para impactar, para crear sensaciones constantes y no dejar indiferente a nadie. Porque su manera de trabajar, dicen, se basa “en el concepto”.
Por eso, al mismo nivel de la peluquería están todos los demás factores: el audiovisual, el maquillaje, el vestuario. “Imaginad si esos ‘otros factores’ son importantes para nosotros que, de hecho, la mitad de los sujetos no se dedican a la peluquería profesionalmente”, nos explican. Su colectivo lo integran peluqueros, diseñadores, fotógrafos, maquilladores… “Y todos sumamos y tenemos algo que decir. La identidad del Experimento es que no existe el ‘yo’, sino que deja paso a la mente colectiva. Una mente que domina distintas materias y que consigue crear esas experiencias que tratamos de transmitir en todo aquello que hacemos”.
Provocar, jugar, crear
En Effervescene, el evento anual organizado por Mikel Luzea en el marco de Salón Look, su show empieza con un montón de individuos encapuchados corriendo por la sala, caminando entre los asistentes o parándose junto a nosotros, inmóviles, grabándonos con sus móviles. Momento inquietante, casi amenazador. Pero, como decíamos, su objetivo es provocarnos, de todas las maneras posibles, así que, mientras los peluqueros salen al escenario a trabajar, estos seres perturbadores pasan a un segundo plano.
Ahora, un vídeo con ráfagas de imágenes aleatorias e impactantes se proyecta de fondo mientras los sujetos, los estilistas, encapuchados, peinan a tres modelos. Una voz infantil proclama un discurso reivindicativo y sarcástico. Nos retan a hacer un juego con las manos, algo así como un “tírame del dedo” en el que caemos. Reímos como bobos, suena el Bella Ciao, un montón de aviones de papel vuelan por la sala.
Mientras todo esto sucede, la peluquería continúa. Y sus creaciones siguen el mismo patrón que su puesta en escena: probar técnicas dispares, llamar a las cosas por nombres inventados, salirse del molde. Jugar. Ese es el poso que queda: sentir la peluquería como un juego.
“Para este look utilizamos una técnica similar a la del estampado de vinilo, para imprimir el mismo patrón en el cabello natural que llevaba la modelo en su vestuario. Se trata de un proceso muy delicado, ya que debe realizarse a una temperatura que permita al material adherirse, mientras cuidamos que no sufra el cabello. Paralelamente, trabajamos la coloración del cabello con los colores primarios que dan sentido a toda la colección”, nos cuenta uno de los sujetos.
“Aquí nos vino la ‘divina’ providencia. Creamos una especie de anillado en la zona lateral del corte, semejante a una corona de espinas. La técnica primaria para conseguir estos bucles es lo que el sujeto nº 4 llama el crunchy mousseline”, por la textura similar a la salsa. “Todo un sibarita el sujeto nº 4”, nos dicen.
“Para este look volvimos a nuestros años de colegio y experimentamos mezclando pigmentos de tiza o sombra de ojos, entre otros, y los rebajamos con agua. Una vez creada esta especie de protopintura (salida de los sujetos de Altamira) solo nos quedaba pintar a la modelo. Para el corte, optamos por estructuras craneales rematadas con líneas redondeadas”, nos indican.
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