Es bastante frecuente escuchar que es mejor que la clienta tenga el cabello sucio antes de teñirse, es decir, antes de llevar a cabo un proceso de coloración. ¿Es un mito? Es, más bien, una idea arrastrada de otras épocas. Aunque también hay una explicación argumentada a por qué algunos peluqueros, en confianza, te dicen que lo lleves un poco “sucio”; sobre todo, antes de una decoloración. Llamémoslo entonces “verdad a medias”.
Si eres de las que van a la peluquería con el pelo como si hubieras pasado dos semanas en un campamento infantil porque piensas que el tinte “agarrará mejor”… Estás equivocada. “Los tintes actúan igual, aunque el pelo esté recién lavado”, señalan desde Olaplex.
Ismael Reinoso (@ismaelreinosohair_), peluquero y maquillador sevillano, apunta a que esta concepción se la debemos a los colores de antaño, cuya composición era “no quiero decir dañina, pero sí más corrosiva para la piel”, explica. Por eso, cuanta más suciedad protegiese el cuero cabelludo, mejor. “Claro, por otra parte, lo que implicaba era que había que formular el color un poco más agresivo para que pudiera atravesar esa barrera de suciedad”, continúa. Explica que, cuando hace algunos años la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos) empieza a limitar el porcentaje de determinados componentes de los productos, las marcas se ven obligadas a reformular para obtener colores más sensibles a cualquier radical libre. Esto conduce a una mejora en la calidad –suavizan, aportan brillo, respetan la integridad del cabello, etc.–, pero también “lleva a que estos colores sean más difíciles de depositar, puesto que la apertura de cutícula que provocan es mucho menor. Ciertamente son alcalinos, mantienen una alcalinidad considerable, pero la corrosión es mucho menor. Por eso es aconsejable trabajar sobre cabello y cuero cabelludo limpio, para que el color se deposite desarrolle correctamente. Si estuviera sucio, se provocar algún tipo de anomalía o reacción y obtener un color indeseado”.
Sin lavar no es sucio
Ahora, eso sí, también hay que distinguir a qué nos referimos con “limpio” o “sucio”. Lorena Carbó (@naru_bunny), del salón Fleet Street, lo especifica bien. “A mi entender, creo que sería necesario que el cabello estuviera limpio 48 horas antes de cualquier tipo de proceso químico, ya sea coloración permanente o decoloración. Y con ‘limpio’ me refiero a eliminar residuos como pueden ser restos de productos de fijación, salitre de mar, cloro de piscinas y también exceso de sebo”. Es decir, para aclarar conceptos: que no lo hayas lavado en el mismo día no quiere decir que lo lleves sucio; y si te lo has lavado el mismo día, pero después te has aplicado algún producto de peinado, tampoco lo llevas limpio.
Según Carbó, estas horas desde el último lavado serán importantes tanto para la fijación del color como para obtener una protección natural para el cuero cabelludo, “ya que los aceites naturales que se producen en el cabello facilitarán la entrada del pigmento en la fibra capilar y, en el caso de la decoloración, nos aportará una protección extra para el cabello y evitará, en cierta medidas, picores y molestias durante el proceso”. Esos ácidos grasos, nos corrobora también la estilista Esther de la Fuente (@delafuentegarciaesther), de la Peluquería Olga García ayudan a proteger al cliente durante este proceso, “el más complicado que hacemos en el salón y el más agresivo para el cuero cabelludo”.
Porque, no lo vamos a negar: decolorarse pica. “Es cierto que, al estar más expuesto el cuero cabelludo limpio, es más probable que te pique la cabeza durante la decoloración o coloración o que la zona se irrite”, afirman también los expertos de Olaplex. Su recomendación coincide con la de la estilista de Fleet Street: lo aconsejable es que te laves el pelo un par de días antes de ir a la peluquería. “Pero no valen excusas para evitar lavártelo durante una semana, ¡que no eres un gremlin!”.
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