De tal palo… Entrevista a Olga García y Esther de la Fuente

Olga Garcia

Nos gusta ver sus trabajos, y nos gusta también saber de ellos. Los peluqueros y peluqueras creativos españoles son, para nosotros, como una gran familia. Pero es que, dentro de este gran simbolismo, existen lazos de sangre de verdad. Hemos hablado con alguna de las “sagas” de peluqueros  más célebres, como lo son la de Olga García y Esther de la Fuente, madre e hija y, desde hace muy poco, también compañeras de salón.

Olga García (Olga García Estilistas, Valladolid) lleva tres décadas dedicándose a la peluquería, y siempre está presente en grandes concursos de peluquería (Club Fígaro, AIPP Awards, International Visionary Awards o los Hair Awards USA, donde quedó finalista como International Hairstylist of the Year en 2021). Esther de la Fuente se terminó de formar en 2021 en la Academia Llongueras de Valladolid. Solo hace un año de eso, pero ya trabaja a tiempo completo en el salón de Olga García y ha firmado su primera colección, Ramé, que ya le ha valido una nominación en los International Visionary Awards. Y esto viene a darnos, una vez más, la razón: en peluquería creativa, “de tal palo, tal astilla”.

Entrevista a Olga García y Esther de la Fuente

Pregunta- ¿Cuándo empezasteis cada una en la peluquería?         

Olga García- Empecé hace 35 años, pero nunca pensé en ser peluquera, yo quería ser médico. Un día dije: “quiero ser peluquera”, y fue la mejor decisión de mi vida. Entré en la academia. Mi profesor era muy estricto y muy perfeccionista, no teníamos vacaciones ni días libres. Sus bases permanecen en mí todavía, ¡cuánto le agradezco todo el esfuerzo que hizo! Era un gran profesor.   

Esther de la Fuente- Yo empecé hace dos años en la academia; hice curso intensivo de un año para poder empezar a trabajar a tiempo completo con mi madre en el mundo profesional, que era lo que más me apasionaba y me gustaba en ese momento.

P.- Olga, ¿cómo recuerdas tus inicios?

O. G.- Siendo tan joven, entrar a la escuela de peluquería a las 3 de la tarde y salir a las 10 de la noche podía haber sido duro, pero yo iba feliz a ver qué técnica nueva nos enseñaría ese día o qué reto nos pondría.

P.- Y, ¿qué te parece que tu hija haya seguido tus pasos?

O. G.- Me hacía mucha ilusión que estudiara peluquería, pero por mi parte nunca fue una imposición, ni siquiera se lo dije, la decisión fue suya y fue una gran alegría. Es maravilloso verla crecer como profesional.

P.- ¿Soléis trabajar a menudo juntas, en el salón, en su gestión o en las colecciones?

O. G.- Trabajamos juntas, pero las colecciones cada una hace las suyas. Además, Esther es joven y cabezota: tiene las ideas claras sobre lo que quiere hacer.

E. F.- Sí, trabajamos juntas en el salón, pero cada una hace lo suyo. Nos damos ideas, pero cada una luego las adapta como quiere; tenemos las cabezas muy cuadriculadas con nuestro trabajo y sabemos perfectamente lo que queremos.

P.- ¿Qué diríais que os ha aportado dedicaros a lo mismo, ¿qué habéis aprendido la una de la otra? 

O. G.- Cada día se aprende; la frescura de la savia nueva y la manera de entender la profesión es diferente. Nos complementamos, ella con frescura y yo con experiencia. 

E. F.- Me ha aportado mucha sabiduría y saber estar. Cómo manejar los momentos tensos de la peluquería, también muchas técnicas de trabajo que son muy importantes para el día a día y técnicas exclusivas para las colocaciones.

P.- Como peluqueras, ¿en qué pensáis que os parecéis y en qué os diferenciáis?

O. G.- Mi hija estuvo muchas horas de su infancia en el salón, cortando el pelo a las muñecas y dando los colores que sobraban, poniendo extensiones… El verme trabajar toda la vida tiene un peso, se le da muy bien el color, lo entiende y formula de una manera que, para alguien tan joven, no es lo normal.

El esfuerzo, el trabajo y las horas que hay que hacer en esta profesión es algo que tiene muy claro, porque lo vio en mí siempre.

E. F.- Nos parecemos mucho a la hora de trabajar porque yo he aprendido mucho de ella, sobre todo formulación y técnica. Nos diferenciamos en que mi madre es más tranquila y tiene más paciencia y yo soy muy nerviosa.

P.- Olga, ¿cómo describirías a Esther?

O. G.– Es un torbellino de vitalidad y buena energía en el salón, las clientas la quieren. Le falta experiencia que solo se obtiene con los años, pero lo suple con las ganas de aprender.

P.- Y, Esther, ¿cómo describirías a Olga?

E. F.- Olga es una persona con mucha sabiduría y saber estar, es correcta con su trabajo, muy perfeccionista y muy tozuda para conseguir lo que quiere.

P.- ¿Qué es lo que más os gusta de la peluquería creativa?

O. G.- El trabajo creativo es lo que te hace crecer, experimentar con nuevas texturas y volúmenes… Sales del trabajo del salón, de la rutina, te obliga a pensar y a superar tus límites, a buscar soluciones, nuevas fórmulas de color o cómo posicionarlo. Para mí, el proceso de hacer una colección es lo mejor, es un aprendizaje y crecimiento.

E. F.- Para mí el trabajo creativo es salir del día a día y poder crecer en el ámbito profesional, poder trabajar con otras texturas, colores, cortes, etc. Es una maravilla.

P.- ¿Algo en lo que no coincidáis, en cuanto a la forma de trabajar, y que pueda contarse? 

O. G.- Coincidimos en casi todo. A veces, por ser su madre, no se deja enseñar, pero luego lo madura y me da la razón. Ser madre y jefa es más complicado.

E. F.- La verdad es que coincidimos en muchas cosas, lo que pasa es que cuando estás con una persona las 24 horas del día pues hay veces que nos quitamos la razón porque, al ser mi madre y mi jefa, no nos separamos; pero para mí es muy gratificante trabajar con ella.

P.- ¿Cómo os veis en el futuro?

O. G.- Me gustaría estar en un escenario con mi hija. Fuimos finalistas en los Visionary Awards las dos y no pudimos por la pandemia, se hizo online… Fue una pena. Quiero que se haga una gran profesional, que siga aprendiendo y cogiendo pasión por esta profesión muy bonita y, a veces, ingrata. Y me encantaría que ganásemos un Fígaro juntas.

E. F.- Me gustaría llegar a ser una profesional de los pies a la cabeza como mi madre; me gustaría ganar un Fígaro con ella y poder dar cursos con ella.

P.- Un momento compartido en el trabajo que recordéis con especial cariño. 

O. G.- La veo de pequeña: se subía a una silla y lavaba la cabeza a su abuela con esos deditos y ya la lavaba muy bien. Cuando fue dama de las fiestas, yo di el pregón en mi pueblo, por mi trayectoria profesional, fue emotivo y muy bonito. También cuando le propuse hacer colección y ver cómo trabajaba por primera vez, como si lo hubiera hecho antes.

E. F.- Mi primera colección la recuerdo con mucho cariño. Los primeros cursos con mi madre fueron lo mejor, y lo mejor es que crecí de su mano, aprendiendo día a día en el ámbito de la peluquería.