Te han regalado alguna vez un perfume y no ha sido de tu agrado? Yo te recomiendo que jamás regales perfumes a no ser que conozcas el interés de la otra persona por poseerlo, ya que las probabilidades de fracasar son altísimas. La compra de un perfume es un acto individual, casi íntimo, puesto que va a formar parte de nuestra propia esencia.
La palabra perfume proviene del latín per, “por” y fumare, “a través del humo”. El término adquiere sentido al considerar que en la antigüedad se perfumaban habitáculos quemando sustancias aromáticas, probablemente algunos tipos de maderas. Los romanos nunca llegaron a utilizar esta palabra y según el filólogo Joan Corominas, apareció escrito por primera vez en catalán, en la obra de Bernat Metge, Lo somni. Posteriormente, a partir de 1528, quedó constatada en la literatura francesa. Desde entonces hasta nuestros días el ser humano no ha dejado de fascinarse por los perfumes y los efectos mágicos que a él se atribuían.
La imagen personal es percibida por los sentidos, siendo la vista el más importante de ellos ya que es el que aporta mayor información: volumen, formas, colores, distancia, etc. Generalmente se cree que en la imagen personal, el maquillaje, el vestuario y la peluquería son los factores con mayor peso, pero nada más lejos de la realidad ya que esta es una idea sesgada y superficial. La comunicación verbal y gestual, la educación y el saber estar también son determinantes, sin olvidar los olores y los aromas. El sentido del olfato está muy presente en las relaciones personales y adquiere máxima relevancia en las relaciones íntimas. ¿Cuántas veces la estela aromática que deja una persona al pasar a nuestro lado nos ha hecho recordar a alguien especial y hemos tenido que cerrar los ojos porque el recuerdo ha sido increíblemente real? De la misma manera, un olor desagradable nos produce un rechazo inmediato haciendo que los demás componentes de la imagen se desmoronen como un castillo de naipes. El olfato es el sentido con mayor capacidad para evocar situaciones o personas, y en este sentido el efecto es más potente que el de la vista. Una fragancia bien seleccionada nos aporta seguridad en nosotros mismos y actúa como broche de oro de un look impecable. Quizás por ese poder que tienen los perfumes de generar en los demás estímulos y reacciones inexplicables, es por lo que lo considero un conquistador silencioso, un seductor invisible.
No podemos considerar el perfume como un mero complemento de la imagen, ya que su magnetismo lo convierte en un estandarte de la personalidad. El perfume, aun siendo un elemento intangible, nos ayuda a ser percibidos en función de nuestros objetivos. Por este motivo tenemos que incluir en el «fondo de armario cosmético» al menos dos o tres colonias y perfumes con diferentes notas, de la misma forma que todos tenemos tres tipos de vestuario: sport, casual y formal. Elegir las fragancias más adecuadas para cada ocasión fortalece la confianza en uno mismo y refuerza de forma positiva la impresión que causamos en los demás.
A la hora de comprar un perfume hay que tener en cuenta su presentación comercial, que se denomina de diferente manera en función de la cantidad de esencia utilizada en su composición, así como del tipo de excipiente en el que se diluye. Cuanto mayor es la concentración de la esencia, mayor será la duración y la intensidad de la fragancia. Las presentaciones más habituales son: colonia, eau de toilettes, eau de parfum, perfume.
Generalmente, los perfumes tienen una estructura olfativa que evoluciona con el trascurrir del tiempo.
> La primera fase es efímera con un estallido de notas frescas. Los aromas más utilizados en esta fase son los frutales y los de la familia de las lamiáceas, como el romero, la lavanda, etc.
> La segunda fase es el auténtico cuerpo del perfume. Tiene una mayor duración, ya que las esencias utilizadas se evaporan lenta y gradualmente. Las esencias más utilizadas son las florales, como el azahar, las lilas, las violetas, etc. y las especias: pimienta, clavo, jengibre, etc.
> La tercera fase, la llamada de base o fondo, está formada por elementos con gran fijación y poca volatilidad, como el sándalo, el vetiver, el cedro, etc. En esta fase también aparecen las notas de origen animal, como el almizcle, aunque en la perfumería moderna estos extractos animales están siendo sustituidos por esencias sintéticas.
Esta evolución aromática que presentan los perfumes hace que sea complicada la decisión de decantarnos por uno u otro. En un artículo anterior hablé de la importancia de conocer nuestros colores estrella, tanto del vestuario como del cabello y maquillaje. Pues bien, actualmente existe la posibilidad de realizar un test del perfume. Sus creadores son dos de los más reconocidos perfumistas del mundo, Nicolas Cloutier y Mark Buxton. Juntos han creado el «espacio Nose», donde los clientes son guiados en sus recuerdos y gustos olfativos hasta encontrar su perfume perfecto. Este espacio únicamente se encuentra en algunas perfumerías nicho. Yo tuve el placer de conocer a sus creadores en la perfumería Urbieta de San Sebastián. Me parece una idea maravillosa y les deseo muchísimo éxito.
Creo que Coco Chanel exageraba un poco cuando afirmaba que «una mujer sin perfume es una mujer sin futuro». Probablemente se refería a mujeres de su época, que necesitaban utilizar sus encantos para conseguir sus objetivos. Afortunadamente, en el siglo XXI el futuro de nadie depende de su perfume. Yo me quedo con la frase del señor Christian Dior, aunque me permito la insolencia de modificarla ligeramente:
«El perfume de una (mujer) PERSONA dice más sobre ella que su propia letra»
Por Gonzalo Zarauza, Asesor de Imagen, estilista y director del Centro Beta.
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