Cómo se crea una colección

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Suponemos que, si lees nuestra revista, es porque te interesa o te gusta la peluquería creativa. Pero, ¿te has planteado alguna vez realizar una colección y no sabes ni por dónde empezar? ¿O incluso dudas de qué podría aportarte a ti hacer estos trabajos? Hemos reunido las opiniones de distintos profesionales de la peluquería y aportamos también nuestro granito de arena (como medio de comunicación especializado y personas que ven muuuchas colecciones al año) para tratar de guiarte en este proceso.

Escribimos este reportaje por petición popular. Muchos de vosotros nos habéis pedido consejo sobre cómo hacer una colección creativa. Desde el principio. Así que hemos pedido refuerzos. “Me alegra poder compartir mi opinión y espero que sirva de mucha ayuda a compañeros, porque es un tema muy habitual. Tengo muchos colegas de profesión que me piden consejo y van muy perdidos, como yo al principio”, es lo primero que nos dice Christian Ríos, peluquero de Barcelona que es un apasionado de la creatividad y un genio (a pesar de llevar pocos años haciéndolas) realizando colecciones. Y tiene razón: lo primero que debemos hacer es describir qué es una colección o un editorial creativo.

Una colección en peluquería es una “serie de imágenes que, en su conjunto, crean el trabajo completo. Imágenes que tienen un hilo conductor, una inspiración, una armonía entre sí. Desde el cabello, color, acabado, maquillaje, fotografía, luz, etc.”, explica Ríos. Esto es muy importante, porque para que una colección sea identificada como tal, no vale con hacer muchas fotos diferentes de un solo look ni tampoco recopilar varias imágenes de distintas sesiones con peinados diferentes y que no tengan nada que ver entre sí. Se trata de elegir un tema o un denominador común que vertebre todas las imágenes y, además, garantizar que todas ellas tengan una coherencia estilística.

La inspiración

Este trasfondo que hila la colección suele ser a lo que llamamos la inspiración del editorial. “Toda colección tiene que estar inspirada en algo; en algunas esta inspiración es más fuerte que en otras. Así conseguimos esa armonía, ese hilo conductor y, a partir de ahí, empezamos a recopilar información para crear los cortes, colores, texturas, vestuario y maquillaje”, indica Christian Ríos. Ese collage de información y de imágenes que vas recopilando porque te inspiran, porque contienen los elementos que te gustaría que apareciesen en tu colección, por cierto, se llama moodboard.

Para ver un ejemplo concreto, su colección Leben es un homenaje a las personas del colectivo LGTBI que fueron perseguidas y asesinadas en la Alemania nazi; y de esta idea parten el resto de elementos: el vestuario (uniformes para una masculinidad rígida que se contrarrestan con las joyas excesivas), los tonos del cabello (pensando en las distintas procedencias geográficas de las víctimas) o los cortes y peinados, duros, muy marcados, que endurecen aún más las mandíbulas de los modelos.

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Colección Leben de Christian Ríos

Por dónde empezar

Paula Alonso, peluquera de Salon Blue y ganadora del Premio Revelación en los Fígaro 2021, opina que siempre hay que tener claras unas pautas: primero, tener claro lo que queremos; segundo, saber si podemos alcanzar nuestros objetivos. El tercer paso sería tener el material y el equipo adecuado, y después ya podríamos ponernos a crear. Siguiendo este esquema, lo primero que ella elige, a pesar de que pueda tener una idea que le haya inspirado o un estilo que le atraiga (en su colección Strong era el rollo noventero), es la técnica de corte y color que desea aplicar, “porque, como decía, es importante saber si lo que quieres plasmar en el cabello sabes llevarlo a cabo”.

En el caso de Christian Ríos, “sin lugar a dudas”, nos dice, “primero hay que tener muy claro con qué fotógrafo quieres disparar. ¡A mí, personalmente, me ayudó mucho!”, asegura. El fotógrafo es quien debe captar la idea que tú tienes en mente y plasmarla. Pero peluqueros y fotógrafos suelen hablar idiomas diferentes, por eso el feeling, la conexión y el entendimiento con él es fundamental. Y es que la imagen final, dice Ríos, lo es todo. Además, estos suelen tener un “rodaje” del que el peluquero que se inicia en este mundo carece, y puede servir como guía en estas primeras experiencias.

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Strong, de Paula Alonso (Salón Blue)

Un buen equipo

Más allá del fotógrafo, es importante moverse al unísono con el resto del equipo técnico. Una colección está formada por muchos detalles, contiene muchos elementos, e incluye muchas funciones que deben ser llevadas a cabo –o lo ideal es que así fuera– por profesionales en esos campos: el maquillaje, el vestuario, los modelos… Pero obviamente, no siempre se puede, y más al principio.

Es muy frecuente, en estos casos, apoyarse en compañeros del entorno o en conocidos que pueden echarnos una mano. Esta es una alternativa perfectamente válida y lógica, pero siempre que se anteponga la calidad del trabajo a la cuestión económica. “Si no se puede invertir bien en las colecciones y equipos, en el caso de no tenerlo, mejor no hacerlas hasta que se pueda. Las colecciones transmiten todo el saber hacer de una persona y, si no queda bien, tampoco se transmite bien el talento del creador”, aconseja el estilista catalán.

Aunque no tiene por qué ser representativo –cada colección es un mundo– Paula Alonso no tiene ningún problema en darnos algunas cifras concretas. “Yo, solo por ir a disparar Strong, gasté unos 3000 euros, porque no puedes contar solo con el fotógrafo, el estilista, el vestuario y el maquillaje. También con comer en hoteles, desplazamientos… Si quieres llevar a tu equipo contigo y trabajar con grandes profesionales, todo tiene un precio. Para mí es fundamental, no se puede escatimar en nada porque todo tiene su parte de importancia y su protagonismo”, concluye.

Sí: merece la pena

Es pensar en dinero y empezar a asaltarle a uno las dudas, ¿verdad? Pues no te vamos a engañar: no es la única dificultad. “En una colección hay mucho más que cuatro imágenes. Hay mucho sacrificio, tiempo de vacaciones, renunciar a caprichos, esfuerzo”, reconoce Christian Ríos. “Si uno no está mentalizado de todo eso, más el estrés y la inversión económica… Es mejor no meterse”. Se tardan meses en organizar y llevar a cabo una colección: en pensarla, en darle forma, en buscar el equipo, en encontrar a los modelos adecuados… De hecho, en este sentido, los dos peluqueros vuelven a coincidir: uno de los trámites más complejos suele ser el casting, puesto que no es tan fácil encontrar modelos que acepten ciertos estilos, cortes o colores.

Y, con todo esto, aún así, la respuesta es unánime entre todos los peluqueros a los que les hemos hablado del tema: sí, claro que merece la pena.

Realizar una colección es un reto; puesto que exige poner a prueba tu imaginación, tu creatividad y todas tus habilidades técnicas. Todo ello volcado en un mismo proyecto. Un editorial creativo es también, en parte, un juego. Es absoluta libertad. “Para mí, una colección significa “creación”. Y, como la misma palabra indica, te permite el lujo que, en los salones, muchas veces es imposible, el de crear en el cabello todo lo que te apetezca tanto en colores, como en cortes o formas más atrevidas”, opina Alonso. Este proyecto sirve también, obviamente, como demostración y promoción de tu trabajo. Es prestigio.

“Es muy importante que tus clientes sepan hasta dónde eres capaz de llegar con tus creaciones y se lo hagas saber. Eso les da confianza, les da seguridad”, dice Ríos. “Sales de la peluquería monótona y le das un valor diferente. Es una manera de posicionar tu técnica tanto de color, corte o acabado y que llegue al público de tu salón”, añade. Y eso solo por hacerla. Imagina el valor añadido de publicarla en medios de comunicación o de que gane algún concurso de peluquería. “Una colección conlleva mucho sacrificio –insiste Christian Ríos–. Sin embargo, cuando ves plasmados tus trabajos en cámara, revistas, concursos, etc., y ves que tu esfuerzo está valorado, que tu clienta lo siente y lo vive como lo vives tú… ¡Es muy gratificante!”. Viéndolo así, una colección es, ya en sí misma, un premio.