Dedicándose al cine o al mundo audiovisual, tener un Goya (o estar nominado a uno) son palabras mayores. El peluquero Benjamín Pérez Domínguez lleva dos años moviéndose en estos términos. Pudo ganarlo en 2021, con la película Explota, Explota; pero finalmente se lo ha llevado este, con Las leyes de la frontera.
El Premio Goya al Mejor Maquillaje y Peluquería tuvo este año tres cabezas, las de Sarai Rodríguez, la de Nacho Díaz y la suya, como responsable del segundo departamento. Antes de que pudiese responder a esta entrevista, Benjamín Pérez ya había ganado otra estatuilla, la de los Premios Gaudí. Es un placer poder entrevistarle en un año tan especial, y un honor saber de primera mano cómo se trabaja en este sector que, para muchos peluqueros –y para nosotros mismos– es todo un sueño. Para él, después de 10 años, no ha dejado de serlo.
Entrevista a Benjamín Pérez
Pregunta- Benjamín, ha pasado ya un tiempo, pero esto no caduca: ¡enhorabuena por el premio! ¿Cómo se siente ganar un Goya? Además, después de haber estado nominado el año pasado.
Respuesta- Muchas gracias. Todavía me dura la resaca emocional de los Goya y de los Gaudí. Estoy muy feliz. Seguir trabajando en lo que te gusta y en lo que quieres ya es un premio. Yo no he parado de rodar desde que empecé hace 10 años. Pero, sin duda, escuchar tu nombre en un auditorio como ganador de un Goya, lleno de profesionales a los que admiro y respeto, es todo un reconocimiento hacia mi trabajo y hacia el de todo el equipo que ha hecho posible esta película.
P.- La que te dio la nominación y la que te ha dado el premio eran películas muy diferentes. Pero, específicamente para tu trabajo de peluquería, ¿en qué se concretan estas diferencias entre ambas películas?
R.- Mi trabajo bebe de la ambientación de la película. Es cierto que las dos estaban situadas temporalmente a finales de los años 70, pero Explota Explota tenía influencias más del espectáculo, de la TVE de la época, de la censura, de la capital… Por lo tanto, el pelo tenía que tener más fuerza en la fantasía, en los volúmenes, en los peinados más marcados. En cambio, en Leyes, la acción pasaba en el extrarradio, en la precariedad. Los cabellos eran más salvajes, los volúmenes eran más naturales. Lo que sí que es cierto es que en ambas tuve que utilizar posticería.
P.- En los agradecimientos decías que Las leyes de la frontera había sido todo un viaje. ¿En qué sentido?
R.- Cualquier rodaje ya es un viaje de por sí. En concreto, Las leyes, más. Edmon [Roch], el productor, me llamó justo unos días antes de irme a Brasil a descansar. En seguida fui a comprarme el libro de Javier Cercas en el que está basado el guion y tuve una reunión con él y con Daniel [Monzón], el director. Pasó Brasil, muchas reuniones con Monzón para encontrar el look que definiera la personalidad de los personajes, reuniones conjuntas con el equipo para ir viendo el avance del proyecto, luego el rodaje… Terminamos y me fui a otro proyecto. De repente, veo que estoy nominado a los Goya y luego que ganamos el premio. Desde esa primera llamada, que fue en enero del 2020, he ido creciendo como profesional y evolucionando en lo personal, así que no se me ocurre otra manera que definirlo que como un viaje.
P.- En esta película, como decías tú mismo, con el maquillaje y la peluquería se nos traslada a finales de los años 70. ¿Cuáles fueron los retos a los que te enfrentaste para la elaboración de los estilismos?
R.- Cualquiera podría decir que el principal reto al que nos enfrentamos –no solo yo, sino todo el equipo– fue a la pandemia, al confinamiento. Y, en realidad, a mi departamento, ese parón de 3 meses nos fue muy bien. Cuando conocí al elenco llevaban peinados muy actuales: rapados, pelos cortos… Tenía que utilizar mucha más posticería de la que utilizamos en realidad. Al retrasarse el rodaje pude indicarle al cast que se dejaran crecer el pelo y así jugar con sus cabellos de una manera más natural.
P.- ¿En qué te inspiraste, qué influencias buscaste para representar los looks principales de los actores?
R.- En lo que más me he centrado para darle ese toque de extrarradio ha sido en referentes musicales de aquella época: Iggy Pop, Lou Reed, David Bowie…
P.- Puedes contarnos un poco cómo es el proceso de trabajo para una película? ¿Te lees el guion, piensas en los personajes, te dan instrucciones directas sobre alguna escena…?
R.- En cada película estableces una relación con cada director o directora distinta. En algunas tienes más margen y puedes dar más ideas; en otras, ya sea por el tiempo o porque esa persona tiene las cosas muy claras, vas consensuando con menor decisión.
Empiezo leyendo el guion. En ese proceso ya percibo ciertas claves sobre la personalidad del personaje y me viene a la cabeza visualmente una serie de peinados, de colores. Luego ya vienen las reuniones, en las que pones esas ideas en común con el director o directora y vas perfilándolas. Paralelamente, también lo haces con el elenco. Es un proceso de construcción muy bonito en el que se va definiendo el resultado conjuntamente, como equipo.
P.- Desarrollas tu trabajo normalmente en el cine y en el mundo audiovisual, o haces otro tipo de proyectos? ¿Qué es lo que te gusta de trabajar en este sector, y en qué se diferencia con otro tipo de proyectos como la moda, la publicidad, shootings, etc.?
R.- Hace más de 10 años que solo me dedico al sector audiovisual. Trabajar por proyectos, dedicarme a la ficción, es lo contrario a la rutina. Te cruzas con equipos distintos, con guiones distintos, con tiempos distintos, con ciudades distintas… Un rodaje es muy intenso precisamente por eso y en poco tiempo acabas estableciendo unos vínculos casi familiares que acaban siendo adictivos. A mí me hace muy feliz dedicarme a esto.
P.- ¿Cómo empezaste tú y cómo ha sido tu carrera? ¿Era tu objetivo llegar aquí?
R.- Yo empecé como peluquero en salones, pero llegó un momento en que me cansé y mi cuerpo me pedía un cambio de vida. Dejé los salones sin ningún plan. Y en ese proceso de búsqueda de otro rumbo, de casualidad, un antiguo compañero me llamó para ofrecerme un puesto de ayudante de peluquería en una película. No he parado desde entonces.
P.- Cuál crees que puede ser la entrada en este mundo para un peluquero más novel? O que esté en otro sector (por ejemplo, creo que la mayoría de nuestros lectores suelen recurrir a editoriales de moda o de peluquería creativa para combinar con sus trabajos en salón).
R.- La entrada en este mundo no es fácil. Hay que formarse mucho y hay que trabajar duro. Luego, hay que ser atrevido, ser insistente y llamar y escribir a profesionales que ya se dedican a esto para ofrecerte como auxiliar, ayudante, como refuerzo para una semana… Para lo que sea. El eje de fuerza también debe ser la constancia y la perseverancia porque es un sector inestable –sobre todo, al principio–: unos meses trabajas mucho y te llama todo el mundo y luego hay momentos en los que no sabes cuándo sonará el teléfono para ofrecerte otro proyecto. Por eso, si uno quiere de verdad hacer cine… Que sea valiente y paciente. Porque se puede.
P.- ¿Qué opinas de cómo se premia o cómo se reconocen las categorías técnicas en los premios en general? Me gusta mucho que, por ejemplo, los premios Emmy tienen una gala completa para los técnicos, y varias categorías para maquillaje y peluquería. ¿Crees que se debería hacer por dar más importancia a estos profesionales?
R.- Creo que una forma de dar más importancia a estos profesionales podría ser separando los premios. Es decir, el departamento de peluquería y maquillaje trabaja de la mano, pero no siempre se puede juzgar ese trabajo a la par. Somos dos equipos distintos, no es lo mismo.
